Noticia relevante, incluso histórica, pero al mismo tiempo constituye un gigantesco desafío para el gobierno federal el encargarse directamente, por conducto de Pemex y la Secretaría de Energía, de la construcción de la refinería de Dos Bocas, Tabasco. La iba a construir una de cuatro grandes compañías extranjeras invitadas a una licitación restringida, pero como una declinó participar en el concurso y las tres restantes ofrecieron precios excesivos y demoras en el plazo previsto para su terminación, se declaró desierta.
Debe concluirse y entrar en operación en 2023 y con una inversión máxima de 8 mil millones de dólares. Una de las compañías pidió 12 mil millones de dólares y dos años más de plazo para terminarla. Ahora el reto consiste en construirla con el monto y los tiempos fijados, y con una calidad para que opere con eficacia, eficiencia y bajos costos.
La construcción de esa refinería en Tabasco y la rehabilitación de las seis propiedad de Petróleos Mexicanos es criticada por los intereses económicos afectados con la nueva política energética, pero en esta materia, la dependencia del país respecto al extranjero afecta la seguridad nacional y representa una gran vulnerabilidad para la nación, como lo es la dependencia alimentaria, lo cual parece preocuparle a muy pocos.
