La ultraderecha empresarial, que sólo es una parte de los 8 mil mexicanos más ricos, tiene en marcha un plan, con estrategias y tácticas para quitarle a Morena la mayoría en la diputación federal y ganar la consulta de 2022 sobre la permanencia o alejamiento del presidente López Obrador del cargo. Hay indicios claros de ello desde antes de que Jesús Ramírez, vocero presidencial difundiera el contenido de una especie de manifiesto de un llamado “Bloque Opositor Amplio” (BOA).
Uno fue el retiro de un consejero de Soriana, por haberse proclamado en líder un frente para obligar a AMLO a renunciar, con la diferencia de que él puso como plazo antes del primero de diciembre de este año para lograr ese objetivo. La otra prueba fue la manifestación motorizada -en vehículos de lujo- efectuada en 62 ciudades. Los automovilistas no superaron los 4 mil en todas esas urbes, pero de todos modos, confirmaron lo del plan, que prevé reclutar a todos los partidos opositores, a empresarios, periodistas, intelectuales, dueños de medios informativos, y cabildear en el extranjero para construirle mala imagen a la Cuarta Transformación.
Están en su derecho, pero debe preocupar que en ese grupo haya quienes aplaudieron el golpe militar en Bolivia y atacaron al gobierno mexicano por asilar a Evo Morales. Son pocos, porque no tienen bases sociales, pero cuentan con mucho dinero y los medios informativos. Muchos de los citados en el documento del caso se deslindaron, pero lo cierto es que no los enlistaron como promotores, sino como potenciales futuros colaboradores.
