De la Redacción
Muchos críticos del presidente López Obrador comenzaron ya a considerar como un acto autoritario el que haya incorporado a su gabinete a un gobernador.
Son los mismos que nunca dijeron nada cuando Carlos Salinas de Gortari, cuando presidente, obligó a presentar su renuncia o aceptar cargos de gabinete, o aún menores, a 15 gobernadores. Nadie lo considero un acto autoritario.
Los primeros tres que sacó o removió de sus gubernaturas fueron los de Michoacán, Baja California y Estado de México, porque los fraudes electorales cometidos para favorecerlo no fueron suficientes para impedir que en esos estados, junto con Morelos, Salinas fuera arrollado en las urnas por Cuauhtémoc Cárdenas.
Por cierto, Mario Ramón Beteta Monsalve fue defenestrado cuando ya había logrado una amplia base de apoyo en la entidad mexiquense, después de un inicio de sexenio con muchas dificultades, pero lo rencoroso y vengativo de Salinas de Gortari le ajustó cuentas, sin que aquellos que ahora hablan de la falta de respeto a los votantes de Tabasco dijeran un una sola palabra. Ya todos tenían espacios de opinión.
