*La marcha “pacífica” de los universiarios termino en bandalización de la propiedad pública y privada, además de afectaciones en la vía pública.
De la redacción
Un grupo de alumnos de paristas de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), reducido si se compara con la matrícula escolar superior a los 98 mil, efectuó una manifestación por las calles céntricas de Toluca, iniciada al mediodía. Llamaron la atención sus dos consignas principales: “somos estudiantes, no somos delincuentes”, “somos estudiantes, no somos criminales”.
Sorprende, porque nadie los ha acusado de delincuentes o criminales. Sin embargo, las críticas se dirigen a su ausencia de liderazgo capaz, reflexivo, visionario y consciente de que sus demandas adicionadas en las últimas semanas no pueden ser satisfechas (en el caso de la suspensión del proceso para elegir rectora, se presentó cuando ya faltaban pocos días para la votación, y lo mismo puede decirse de la exigencia relacionada con el voto universal, directo y secreto, cuya implementación requiere tiempo, del cual no se dispone, porque deben reformarse normas).
Pedían igualmente el retiro de una candidata rectora, porque argumentaban que la quería imponerla el rector Carlos Eduardo Barrera Díaz, de quien también exigieron su renuncia, lo que carecía de sentido, porque faltaban pocos días para terminar su período. La primera renunció a sus aspiraciones y el segundo dimitió un día antes de finalizar su cuatrienio, por lo que ya no podía imponer a nadie.
Mientras tanto, ponen en riesgo la pérdida del semestre y hasta el año escolar de más de 98 mil alumnos, de los cuales un alto porcentaje tiene en la UAEMex la única opción para formarse profesionalmente en una institución de prestigio, porque son de familia de ingresos modestos y no pueden pagar colegiaturas en universidades privadas. Éstas son las grandes beneficiarias del paro. Los estudiantes, aun cuando no pierdan el semestre ni el año escolar, ya dejaron de adquirir conocimientos.
La suspensión de actividades afecta igualmente los derechos de las cinco candidatas a ocupar la Rectoría, porque no permiten la elección. Sobre esto no reflexionan los dirigentes del movimiento parista, cuya representatividad no la sometieron a votación, como debe hacer cualquier lucha democrática.
No menos cuestionable es el desconocer las autoridades universitarias, incluyendo al Consejo Universitario, porque no hay quien pueda resolver las demandas atendibles. El encargado del despacho de la Rectoría no puede adquirir compromisos para los cuales no tiene facultades, dada su condición de autoridad provisional.
De todo eso se les ha acusado a las cabezas del movimiento, así como de otras decisiones cuestionables, pero no de delincuentes, ni de criminales. También debe señalarse que en la marcha de hoy las mujeres universitarias dieron ejemplo de valentía al recorrer las calles con el rostro descubierto, y en estos pusieron la muestra a sus compañeros, que ocultaban la cara con capuchas. Es decir, si hay represalias, que sea contra las estudiantes, no contra los violentos activistas de rostro cubierto.
Los cabezas de los paristas se hermanan con la CNTE, que presenta demandas imposibles de satisfacer, pero con su paro afectan el proceso enseñanza-aprendizaje de 1.2 millones de alumnos y con sus bloqueos de avenidas altamente transitadas afectan diariamente a cientos de miles de habitantes de la mayor conurbación del país, sin que les importe en lo mínimo. En ambos casos anteponen los intereses de grupos a los generales de sociedad y alumnos.
