*Tiene una sólida formación académica, pero carece de experiencia de gobierno.
De la redacción
Tengan la razón quienes aseveran que la decisión de asaltar la embajada mexicana en Quito, tomada por el presidente Daniel Noboa, fue por inexperiencia política o quienes sostienen que esa ilegal determinación fue parte de la estrategia de la ultraderecha internacional, lo cierto es que contó mucho la improvisación del mandatario ecuatoriano.
Multimillonario, hijo de Álvaro Noboa, el hombre más rico de su país, empeñado tres veces en ser presidente de la República y tres veces derrotado, Daniel no tenía experiencia en el ejercicio del poder al más alto nivel, como lo es la presidencia de la hermana nación ecuatoriana.
Para mala fortuna de ese país, cuyas relaciones diplomáticas fueron rotas por el asalto de fuerzas de seguridad a la sede de la embajada mexicana en la capital de Ecuador, Daniel Noboa se rodeó de otros improvisados.
La canciller Gabriela Sommerfeld Rocero, nunca había ocupado un cargo público importante. Se desenvolvía en la iniciativa privada, como presidenta y directora general de una línea aérea que fue llevada a la quiebra.
Otro puesto que ocupó fue el de responsable del manejo de un hotel; es decir, sus actividades previas nada tuvieron que ver con las relaciones diplomáticas con los países del mundo.
El nivel del equipo de la canciller lo ilustra su vicecanciller, quien propuso reformas a las normas internacionales del derecho de asilo, para que quienes tengan órdenes de aprehensión en su contra (a un político pueden inventarle cargos) pueda ser capturado aunque se encuentre refugiado en una embajada.
Sea por cuenta propia o por inducción de intereses políticos y económicos de extrema derecha, lo cierto es que la inexperiencia en el ejercicio del poder facilitó la toma de una decisión contraria al derecho internacional.
Esa decisión violatoria del derecho de asilo, del de la inviolabilidad de las sedes diplomáticas trajo y traerá consecuencias desastrosas para Ecuador, comenzando por la ruptura de vínculos diplomáticos con México y el aislamiento y condena general de las naciones por el asalto a la embajada mexicana para aprehender a Jorge Glas, quien fue vicepresidente en el gobierno de Rafael Correa.
