*No tiene arraigo a pesar de la estridencia de algunos de sus cuadros.
De la redacción
A diferencia de los antecedentes en la mayoría de los países de América Latina, la ultraderecha partidista no tiene bases populares en México, aunque su presencia pueda rastrearse incluso antes de la lucha contra los liberales en la Guerra de Reforma.
Es notoria su propensión a someterse a las ultraderechas internacionales, como se mostró cuando fueron a traer a Maximiliano a Europa; o en su papel determinante en la organización de la “Guerra Cristera” y su oposición al gobierno revolucionario de Lázaro Cárdenas con el rechazo a los Libros de Texto Gratuitos.
No obstante, sus bases populares son reducidas; lo cual contrastas con la estridencia de sus actuales cuadros, como los de “El Yunque”, Julen Rementería, Germán Martínez Cázares, Kenia López Barragán, Lily Téllez o Eduardo Verástegui, por ejemplo.
Todos los ultraderechistas están entusiasmados con la posibilidad de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump cumpla su promesa de impulsar en América Latina a la ultraderecha, comenzando por México
De la misma forma, confían en que sus aliados en los grandes medios informativos debiliten a Morena, a pesar de que en seis años y medio de campañas de desprestigio han fortalecido más a la izquierda y debilitado a la derecha y ultraderecha, como lo prueba el alto respaldo popular a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Ese apoyo creció casi 20 puntos porcentuales en seis meses, pues ganó con el 61 por ciento de la votación y ahora supera el 80 por ciento, por lo cual no se ve cómo la ultraderecha pueda avanzar en México.
El mismo público apoyo de Estados Unidos a su causa perjudica a la ultraderecha mexicana, por el profundo sentimiento antiestadounidense que domina en México desde el despajo de más de la mitad del territorio de nuestro país.
La ultraderecha y oposición en general, tienen la desventaja adicional del fraccionalismo. Está dividida, y lo estará más cuando varios partidos y organizaciones civiles de derecha que apoyaron a Xóchitl Gálvez obtengan su registro electoral.
De las nuevas organizaciones partidistas de ultraderecha, estará la de Verástegui, quien tiene el antecedente de que en la pasada elección presidencial quiso ser candidato independiente y no consiguió el número de apoyos ciudadanos necesarios, por lo que no consiguió el registro, con todo y que gastó mucho dinero en ello.
Por si esas desventajas fueran pocas, el Movimiento de Regeneración Nacional, su gobierno y los objetivos de la cuarta transformación están resolviendo viejos problemas del país, sin contar los programas sociales que benefician a 30 millones de las 35 mil familias mexicanas. No son buenas noticias para el ultraderechismo.