*Su insistencia en volver a ser presidente de Bolivia lo hace favorecer a la derecha.
De la redacción
Evo Morales, el dirigente de los cocaleros, que gobernó Bolivia del 2006 al 2019, fue considerado en su momento el mejor presidente en la historia de ese país sudamericano.
Sus logros más significativos fueron la reducción de la pobreza, la recuperación de los recursos naturales y su participación en el grupo de países latinoamericanos cuya política exterior no es dictada por Estados Unidos.
Ese legado histórico Evo Morales lo echó a la basura por su desmedida ambición de poder. Dividió a la izquierda y sin percibirlo, se convirtió en el mejor aliado de la ultraderecha y derecha de su país.
Su ambición de poder se topó con las aspiraciones releccionistas del presidente Luis Arce, antes su colaborador y aliado, pero en los últimos días éste último rectificó y decidió no buscar la postulación para el cargo.
No hizo lo mismo Evo Morales, quien adicionalmente está inhabilitado para ser candidato presidencial, por tener en contra una orden de a aprehensión por el delito de violación de una menor de edad, lo cual presuntamente habría ocurrido cuando era presidente de la República.
El partido gobernante postuló para relevar a Luis Arce al ministro de gobierno interior, Eduardo del Castillo, agradeció a Arce y a los movimientos sociales que lo apoyaron, y se refirió al momento extremadamente que padece la economía boliviana, el más delicado en décadas.
Luis Arce llamó a las fuerzas de izquierda y progresistas bolivianas a mantener la unidad, indispensable para garantizar la continuidad del proceso de cambio en favor de las mayorías, que tiene lugar en Bolivia.
No obstante, hasta el cierre de esta edición de “El Espectador”, Evo Morales no había anunciado si renunciará a sus aspiraciones de volver al poder y mucho menos dio a conocer su adhesión a Eduardo del Castillo. El día 16 de este mes organizó una importante movilización ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), para buscar su registro como candidato presidencial.
Pero no logró su propósito porque, precisamente, fue ese Tribunal, máxima autoridad boliviana en la materia, quien lo inhabilitó electoralmente. Sus bases de apoyo realizan manifestaciones para que inscriban la candidatura presidencial de Morales.
En la propia izquierda boliviana y en la de Latinoamérica cuestionan la posición de Morales, que muestra una excesiva ambición de poder, sin importarle dividir al partido gobernante, con lo cual las dificultades crecen.
