EL ATAQUE A LAS “MAÑANERAS” BUSCA DEJAR EN LA
INDEFENSIÓN AL GOBIERNO DE LA CUARTA T.
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Sin un partido que lo respalde, defienda y debata con sus adversarios, la derecha partidista y la ultraderecha empresarial, usufructuaria de la corrupción del período neoliberal, el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene en sus conferencias matutinas, denominadas despectivamente, con evidentes intenciones descalificatorias “mañaneras”, su mejor instrumento para desnudar las mentiras disfrazadas de verdades que difunden los medios informativos tradicionales y digitales de sus adversarios.
No es una tarea fácil esa modalidad de comunicación, porque exige un enorme derroche de energía; sobre todo, porque el mandatario no atiende las recomendaciones de sus seguidores. Por ejemplo, debería estar sentado en las conferencias, no de pie dos o más horas, mientras sus colaboradotes y periodistas están cómodamente sentados.
Permanecer de pie tanto tiempo desgasta físicamente más que si estuviera caminando o haciendo ejercicio. Hasta donde se sabe, sus colaboradores le han pedido utilizar una silla y una mesa para sentarse y desde ahí enviar sus mensajes y contestar preguntas de los reporteros, muchas veces relacionadas con un estado, un municipio, inclusive una persona o familia, pero no acepta.
Esas conferencias que comienzan después de las 7 horas, de lunes a viernes, tienen muchos televidentes y seguidores en las redes sociales, en un esfuerzo de comunicación presidencial nunca visto, pero que lejos de agradar a los grandes medios informativos y a los periodistas que cobraban en la presidencia de la República desde los tiempos de José López Portillo, les molestan y las aprovechan para criticar al titular del Poder Ejecutivo Federal, en esa política informativa y analítica que desaprueba todo y si no encuentra nada que cuestionar, lo inventa.
No pocos periodistas, antes considerados líderes de opinión” y ahora desprestigiados y sin credibilidad por corruptos, exigen se terminen estas conferencias presidenciales, inclusive aseveran que violan leyes, cuando el Estado en todos sus niveles y ordenes tiene la obligación de informar para hacer realidad el derecho constitucional de los gobernados a estar bien informados.
En el fondo, lo que buscan los grades medios informativos y los periodistas convertidos en multimillonarios con dinero público es que el presidente López Obrador quede indefenso, para tomarlo de tambora, sin que pueda desnudar las mentiras, muchas veces burdas, de quienes junto con sus patrones buscan recuperar sus privilegios en un país de más de 70 millones de personas sin los ingresos suficientes para comprar los alimentos básicos que demanda el organismo humano.
Llama la atención que los reporteros de los medios informativos más virulentos contra la cuarta transformación no cuestionen al presidente López Obrador en las “mañaneras”, prueba de que sus patrones no quieren hacer periodismo, sino oposición, por lo cual no les conviene la verdad.
