El Abogado sin Pantalones y la Esposa que Enseña Pierna – E. LORO

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El Abogado sin Pantalones y la Esposa que Enseña Pierna

E. LORO

 

Los tiempos de esta pandemia son territorio desconocido y, en muchos sentidos, tierra de nadie. Al trasladar nuestras vidas al plano virtual todo ha cambiado. Las relaciones familiares, de pareja, profesionales, las amistades, los trámites, la forma de divertirnos y de informarnos evolucionaron para bien y para mal, y seguirán evolucionando.

El caso del legislador neoleonés que regaña a su esposa por ‘enseñar pierna’ ha sido tomado como ejemplo de machismo y del dominio del patriarcado en nuestra sociedad. Por no entrar en controversias, ya ni mencionaré la actitud patán del sujeto en cuestión ni la ingenuidad con la cual su pareja se presenta a cuadro.

No obstante, el fenómeno de comunicación en cuestión merece un análisis a fondo. Por razones personales no utilizo Facebook, pero eso no ha sido un impedimento para que yo y millones de personas y personas que tampoco no utilizan la red social nos enteráramos del asunto, lo cual invita a reflexionar sobre la privacidad de las conversaciones en esos medios. Me han explicado, o intentado explicar, eso del facebooklive, y técnicamente lo entiendo. No así el que la pareja del asunto decidiera comunicarse en un momento, al parecer ya no solo privado, sino sagrado como dicen del compartir  los alimentos.

Fue una decisión desafortunada para la intimidad de su trato, y que pone de manifiesto la vulnerabilidad de las personas en estas plataformas. Al final del día nadie puede saber dónde y cuándo se darán a conocer sus datos personales, sus conversaciones y mucho menos, quiénes se enteraran de esta información.

Poco antes, también en el contexto de la nueva normalidad virtual, un joven abogado apareció en las noticias tras filtrarse el clip de una audiencia durante la cual el abogado se levanta y se nota a cuadro que no trae pantalones. Al ser amonestado por la juez, éste niega el hecho ahora visto ahora ya por millones de personas. Deja claro que le miente a la juez, y ésta lo sabe, no sé que impacto tenga en su trabajo.

Ambos casos, más allá de sus aspectos morales y sociales, invitan al análisis de los nuevos riesgos a los cuales nos expone la normalidad post pandemia, ¿Hasta dónde es sano permitir que la tecnología y su ojo amoral nos observe?, ¿Sabemos realmente quién está viendo lo que compartimos?, ¿Podemos controlar el alcance de nuestras publicaciones?

 

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