*Es un gran espectáculo presenciar la belleza en el juego de las futbolistas.
De la redacción
Con poco conocimiento de los aficionados, probablemente por un acendrado machismo, las futbolistas mexicanas no tienen aún de los aficionados el reconocimiento que merece su calidad deportiva.
Tampoco su alto nivel técnico, enjundia y vehemencia en el juego es reconocido y recompensado económicamente por los dueños de los equipos. La diferencia entre lo que gana un mal jugador y una buena jugadora es abismal en perjuicio de las damas.
De misma forma, las cadenas nacionales de televisión no conceden la misma importancia al futbol femenil que al varonil, aunque también debe tomarse en cuenta que han sido desplazadas de los derechos de transmisión del deporte por las cadenas internacionales que operan en México.
Una de las grandes cualidades de las futbolistas, que cualquiera puede verificar en las transmisiones de los partidos es el gran sentido común que poseen las mujeres dedicadas profesionalmente a este deporte.
A diferencia de la mayor parte de los futbolistas que juegan en primera división, las mujeres saben escoger la mejor jugada en cada caso. Si envían un pase lo hacen hacía la compañera con menos marca y en posición ventajosa para avanzar.
Pocas veces se equivocan en la selección de lo que deben hacer, pero el sentido común que muestran es mucho mayor al que exhiben los hombres, quienes en la mayoría de las veces hacen lo contrario de lo que la situación recomienda.
También la forma de desempeñarse en las canchas es mucho mejor y a sus cualidades deportivas agregan la gracia propia de las mujeres y, a riesgo de ser acusado de machista, su belleza le confiere otra dimensión a los partidos.
No es menor el deportivismo mostrado en los campos de juego. Cometen muy pocas faltas y las que las reciben no se quedan retorciendo en el pasto, como lo hacen los futbolistas, que al menor rozón de un adversario caen como fulminados por un rayo y duran tirados, aunque no estén lesionados.
En este aspecto es hasta risible que los futbolistas caen tocándose y restregándose el rostro, aunque la falta haya sido en los pies o comportarse como si le hubieran roto una pierna, cuando la falta consiste en un empujón en el hombro.
La efectividad también es elevada cuando tira al marco, anoten o detenga el balón la portera. No disparan varios metros a los lados de los postes o por encima del larguero, como es lo normal en los futbolistas.
Las jugadoras profesionales también le pegan con potencia a la pelota. El ser mujeres no les impide disponer de fuerza en las piernas, lo que hace atractivos los encuentros, aunque no se reconozca el mejor desempeño de las damas que el de los jugadores, y muchos ganan sueldos excesivos. Vale la pena verlas jugar.
