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De China, Rusia y Cosas Peores…

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En su columna para el New York Times, Steven Rattner se plantea una duda que debería ser motivo de reflexión en todo el mundo: ¿Está la versión china del Capitalismo ganando? Y en su respuesta presenta datos contundentes del éxito que ha tenido el modelo económico chino. Tan solo y para comenzar, deja claro que ningún otro sistema ha sacado de la pobreza a tanta gente en tan poco tiempo. El modelo capitalista chino puede definirse como uno “dirigido por el estado”, en comparación con el modelo de la democracia liberal, y su versión más actual en práctica, el “neoliberalismo”, el cual ha fallado en elevar los niveles de bienestar de la población en todos los países donde se ha implementado, con el caso quizá extremo de México, donde más de 35 años después de impuesto, los niveles de bienestar no han alcanzado ni de cerca aquellos vistos a mediados de las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, y peor aún si se toma en cuenta el crecimiento desmedido de la pobreza, acelerado en la última década.

Pero los resultados neoliberales han sido similares en todas partes del mundo, de hecho, parte del fenómeno social que permitió la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos tiene profundas raíces en las condiciones económicas de las clases bajas y medias norteamericanas, víctimas a su vez del modelo económico impulsado por su país.

Sin embargo, el caso chino no es el único que llama la atención. Allí está también el caso de Rusia con una especie de versión dictatorial de capitalismo, que no obstante ha sido y es tan exitosa que, menos de tres décadas después del desmantelamiento de la antigua Unión Soviética, la economía rusa florece y el poder político, financiero y cultural de los rusos rivaliza ya con el de la principal potencia económica y militar del mundo, los Estados Unidos de Norteamérica.

Y si Rusia y China han seguido caminos diferentes en el mundo capitalista post Unión Soviética, y ambas naciones son ahora grandes potencias mundiales, cabe preguntarse por qué naciones como la nuestra no han sido capaces de dar ese salto.

La versión capitalista mexicana ha sido un gran fracaso para nuestro pueblo. La miseria, la inseguridad y, en general, el subdesarrollo amenazan con un hundir a la nación. Mucho se nos ha insistido en que el problema de México es la falta de democracia en nuestro sistema político; sin embargo, viendo los casos de China y Rusia está claro que el problema no es la democracia, en esos países tal cosa no existe y son potencias.

Pero el problema de México es y ha sido durante muchos años nuestro sistema político en su totalidad, con o sin democracia, y más específicamente nuestra clase política, nuestros gobernantes pues. Se trata de un sistema político, económico, social y cultural corrupto, y sus raíces se pierden en la historia colonial de nuestro territorio. Es un sistema diseñado para explotar y saquear la riqueza de estas tierras y de su gente, esclavos modernos, y ni la gesta independentista (que ha todas luces ha fracasado) ni el levantamiento revolucionario (otro fracaso evidenciado por el tiempo) lograron destruirlo.

Se trata de un monstruo generador de pobreza, y es alimentado por intereses extranjeros y por la voracidad, avaricia y falta de mínimos escrúpulos de la clase gobernante. En el mundo occidental, la gente ve con recelo y temor a China y Rusia, son el enemigo a vencer. En el caso de México, el enemigo lo tenemos en casa y es mucho peor, pero nadie se atreve a decirlo. Como todo problema familiar, el primer paso es reconocerlo.

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