Quién gane la elección enfrentará un enorme reto por los problemas nacionales y el entorno global.
(Parte 13)
A sólo 20 días de la jornada para elegir presidente de la República las campañas electorales han cumplido con su función de la búsqueda del voto, pero no con la otra muy importante: el debate de la problemática en general y de cada gran problema en lo específico, más la solución integral a procurar.
Las tareas proselitistas de los candidatos no permitieron conocer la visión completa de Ricardo Anaya Cortés, Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade Kuribreña y Jaime Rodríguez, “El Bronco”, (ubicados en orden alfabético, según la inicial del apellido paterno) sobre la verdadera dimensión del fenómeno de la violencia y de los obstáculos para lograr la pacificación del país, envuelto en el mayor derramamiento de sangre en tiempos de paz.
Ninguno de los cuatro interesados en relevar al presidente Enrique Peña Nieto en el cargo expuso sus conocimientos sobre las verdaderas causas de la pobreza, la desigualdad económica y social que afecta de forma severa, casi inhumana a 53 millones de mexicanos, y mucho menos precisó cómo, con qué y en cuánto tiempo podrá notarse en los bolsillos de este abultado segmento de la población un cambio positivo.
En este tema hasta José Antonio Meade, quien asume con gusto su rol de candidato de la continuidad, considera inaceptable la extensión y dimensión de la pobreza, pero ni él, ni sus tres adversarios han sido capaces de explicarnos por qué se llegó a esta situación; es decir, qué se hizo mal o qué no se hizo para evitar la expansión de la pobreza y desigualdad, y mucho menos señalan cómo hubieran actuar ellos para no llegar a lo que se llegó.
De la misma forma los candidatos presidenciales no examinaron a profundidad el problema de la deuda pública, superior a los 10 billones de pesos, cuyo crecimiento en este sexenio fue del 90 por ciento sobre el monto acumulado en toda la historia hasta 2012. ¿Cómo pensaran pagarla y atender el mismo tiempo los rezagos sociales? Nada dijeron, ni siquiera Meade Kurebreña, protagonista en este proceso de acelerado y descomunal endeudamiento como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Son sólo tres ejemplos de las graves omisiones de los candidatos en las campañas, lo cual resulta inexplicable, porque uno de los cuatro tendrá que enfrentar el enorme reto de buscarle solución, y deberá intentar superarlo en un entorno mundial difícil, inclusive adverso en el caso concreto del principal socio comercial de México: los Estados Unidos en la época de un presidente antimexicano.
A estas dificultades externas deberá agregarse la presencia de un reducido, pero poderosísimo grupo de empresarios dueños de la riqueza de México, cuyas fortunas provinieron de sus vínculos con el poder público, incluida la corrupción para hacerse de las empresas estatales, concesiones diversas, contratos con sobreprecios de bienes y servicios, condonación de impuestos y acostumbrados a tener autoridades a su servicio, en detrimento de los pequeños, medianos y aun grandes empresarios ajenos a los grupos de interés, y que son mezquinos con el país. (Continuará)