
*Cuando registraba pocos casos, las camas destinadas a Covid-17 se saturaron.
DE LA CORRESPONSALÍA
ACAPULCO, GRO.- La entidad federativa guerrerense mostró su gran fragilidad frente a la pandemia de Covid-17, cuyo caso más grave lo constituyó esta ciudad y puerto desde cuando los casos de contagio no llegaban a 800 en todo el Estado.
El rápido auxilio del gobierno federal -con la puesta en marcha de dos hospitales que las anteriores autoridades peñistas y calderonistas dejaron abandonados, sin terminar, ni equipar, más la reconversión de hospitales de las secretarías de la Defensa Nacional (SEDENA) y de Marina (Semar)- salvó la situación.
Un recuento de “El Espectador” de la evolución de la pandemia detectó que a finales de mayo, cuando los casos confirmados de coronavirus apenas sumaban 798 y las muertes 108, las camas disponibles para hospitalizar a los pacientes contagiados prácticamente estaban agotadas: sólo quedaban 7 de las 48.
Los casos era muy pocos, el problema era que el sistema público de salud, costeado por el gobierno federal, pero administrado de manera estatal, estaba en ruinas, con alto riesgo de que los enfermos urgidos de hospitalización y de camas con ventilador no fueran atendidos ni recibidos en los hospitales.
Las cosas cambiaron con la intervención directa del gobierno federal, y al cierre de esta edición de “El Espectador”, con aproximadamente 4 mil 500 casos de contagios y 700 fallecimientos, no había riesgos de saturación de las camas generales para enfermos de Covid-19, ni de camas con ventiladores.
Otras entidades federativas también enfrentaron riesgo de saturación de estos espacios, pero porque los pacientes fueron muchos, como son los casos de Baja California, que acumuló al momento de la redacción de esta nota 7 mil 500 casos, con mil 123 decesos; Tabasco, con 7 mil 330 y 724, en el mismo orden.
Más notorio es el caso de la Ciudad de México: llegó a ocupar cerca del 70 por ciento de las camas generales y 62 por ciento de cuidados críticos, pero los pacientes superaban los 40 mil y los fallecidos, eran cerca de 5 mil 500.
La carga de enfermos de coronavirus en la capital del país fue casi 10 veces superior a la del estado de Guerrero, y la población guerrerense sólo es 1.4 veces inferior a la de la Ciudad de México, antes Distrito Federal, lo cual indica claramente la diferencia en capacidad y condiciones entre uno y otro sistema de salud pública.
Más allá de las críticas a la presunta irresponsabilidad de los acapulqueños frente a la pandemia, que no habían acatado estrictamente las medidas de la “Jornada Nacional de Sana Distancia” y del “Queda en Casa”, lo cierto es que el sistema estatal de salud pública guerrerense estaba en ruinas y requería corrección radical después de la pandemia.