
*Desde los últimos meses del gobierno de Felipe Calderón existía el robo.
De la redacción
El grave robo de gasolinas se detectó en los últimos meses del gobierno de Felipe Calderón. Cuando Enrique Peña Nieto llegó a la presidencia de la República el problema ya existía y según lo recontado por Andrés López Obrador, cuando asumió el cargo la situación seguía igual. No la resolvieron los priístas: al contrario, la utilizaron.
Una revisión de “El Espectador” a diversas informaciones difundidas en el verano de 2012, la Comisión Nacional de Hidrocarburo (CNH) dio a conocer lo que denominó “pérdida de combustibles”.
Detalló que los volúmenes producidos por Petróleos Mexicanos (PEMEX) no tenían correspondencia con el registrado y vendido en cada refinería. La diferencia era de cien mil barriles diarios.
A ninguna autoridad extrañó ni mucho menos preocupó esa revelación. A nadie en el gobierno de Felipe Calderón le impresionó ese extravío de cien mil barriles de gasolinas al día.
Nadie fuera de los involucrados en la pérdida había escuchado hablar de “huachicol” y mucho menos sabía lo que significaba: el robo del energético. Cuando el actual gobierno federal lo denunció y combatió; sobre todo, cuando ocurrió la tragedia con decenas de muertos en Hidalgo, se pensó que el robo lo perpetraban exclusivamente bandas criminales.
López Obrador denunció que los mayores volúmenes de las gasolinas se registraban en el interior de las refinerías, de lo cual el ejemplo más acabado era la de Salamanca, Guanajuato; es decir, dio a conocer lo que este semanario difundió en 2015, por información de trabajadores de esa refinería.
Cuando la CNH informó que se perdían 100 mil barriles diarios ninguna autoridad intervino para aclarar esas pérdidas, pues eran las autoridades de Petróleos Mexicanos las involucradas en el robo, y no en los ductos, ni mediante tomas clandestinas, sino en las refinerías, y los llamados “huachicoleros”, como era el caso de José Antonio Yépez Ortiz, robaban menos, pero sus actividades delictivas eran aprovechadas para culparlos de todo el saqueo de combustibles, con lo cual desviaban las sospechas.