El Poder Sí Causa Adicción: el Caso Muñoz Ledo y Morena
Macario Lozano R.
Sigue siendo válida esa creencia de que el poder es una especie de droga, de la cual casi nadie escapa cuando aprisiona a las personas. El mejor ejemplo de ello lo es Porfirio Muñoz Ledo, el político activo más culto del país, pero en plena senectud.
Hace poco más de dos años chantajeó a la bancada de MORENA en San Lázaro con eso de que estaba en los últimos años de su vida y que, antes de morir, deseaba ser quien le colocara la banda presidencial a López Obrador y, después de eso, “se iría de la política activa”, dijo.
Encabezó la directiva de la Cámara y al terminar su gestión quería seguir, en contra del reglamento de ese cuerpo legislativo. Incluso presionó para lograr modificaciones en el Reglamento que le impedía mantener el cargo. No se salió con la suya, y se enojó.
No sólo eso, su adicción al poder lo condujo a buscar la presidencia nacional de MORENA y ahí está en la lucha, con acusaciones graves sobre sus competidores, especialmente contra Mario Delgado. A toda costa quiere el cargo, olvidándose de sus dichos de que ya sólo aspiraba a colocarle la banda presidencial a López Obrador.