*La caída del turismo y de derrama económica de la actividad, la causa.
De la Corresponsalía
Chilpancingo, Gro.-La población de esta entidad sureña prácticamente no creció en los últimos cinco años, según los datos estadísticos del INEGI, derivados del censo de población y vivienda 2020.
Desde 1970 hasta el 2015 año con año los habitantes de la entidad aumentaron, especialmente en la ciudad y el puerto de Acapulco, que recibió la migración interna del campo a las ciudades.
Los guerrerenses pasaron de un millón 597 mil 360 en el año de 1970 a 3 millones 533 mil 251, 45 años después; es decir, en el 2015, cuando se levantó el último intercenso de población y vivienda.
Entre el año 2010 y el 2015 el número de los guerrerenses aumentó 151 mil 917, pero una serie de factores combinados, desde el desplome del turismo en Acapulco, hasta la inseguridad, violencia y pobreza obligó a la población a emigrar a otras ciudades, incluso al extranjero, particularmente a los Estados Unidos.
Entre 2015 y el 2020 los guerrerenses sólo aumentaron en 7 mil 434 habitantes; es decir, prácticamente nada. Pasaron de 3 millones 533 mil 251 en el primer año de referencia a 3 millones 540 mil 685, en el segundo.
El economista Román Rendón de Lucio explicó que la población acapulqueña trabajadora de la actividad turística emigró a los nuevos polos de desarrollo, como Cancún y a la Ribera Maya, de Quintana Roo; y a Los Cabos, Baja California Sur.
“Si uno va a esos dos destinos turísticos inevitablemente encontrará en los hoteles y restaurantes trabajadores guerrerenses, quienes emigraron y encontraron colocación porque tienen experiencia en el servicio a los turistas”, explicó el entrevistado.
No se trata, subrayó, de un simple dato, sino de la expresión de los problemas económicos del estado, porque “nadie con un empleo seguro, con prestaciones y buenos ingresos abandona su tierra para irse a otra parte a comenzar de nuevo una vida laboral, expuso Rendón de Lucio”.
“También emigraron trabajadores de la industria de la construcción, en busca de mejores posibilidades de empleo, ante la caída de la actividad constructora desde antes de la pandemia de Covid-19, aunque esta emergencia sanitaria agudizó los problemas del desempleo y pobreza”, concluyó el especialista.