LÓPEZ-DÓRIGA, GÓMEZ LEYVA Y AGUILAR CAMÍN,
UNIDOS CONTRA AMLO, PERO SON MUY DISTINTOS
MAXIMILIANO CASTILLO R.
En México no existe hoy un líder de opinión, como lo fue hace décadas Jacobo Zabludovsky. Éste, de acuerdo con información de académicos maestros nuestros, era una especie de vocero oficioso de la presidencia de la República y el principal manipulador de los televidentes, en favor del poder público y en contra de los opositores, lo fueran en el marco de la ley o por la vía violenta.
Su opinión no tenía contrapeso y su credibilidad era alta. Sus seguidores le tenían tanta confianza que cuando hablaban de él con familiaridad le decían simplemente “Jacobo”. Siempre estuvo al servicio del régimen, pero la opinión pública no lo ubicaba en esa posición. Sus críticas eran por encargo de los mandos del país.
Las cosas cambiaron, porque ahora los periodistas más conocidos, no necesariamente con alta credibilidad, son opositores al gobierno morenista y exaltan a quienes critican y mienten en sus juicios sobre la realidad nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena y la cuarta transformación.
Así son casi todos los que ocupan espacios de opinión en los medios informativos de cobertura nacional, impresos, televisivos y radiofónicos, pero tres destacan por sus numerosos lectores, televidentes y radioescuchas: Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva y Héctor Aguilar Camín.
No tienen la credibilidad de Zabludovsky, porque los siguen sólo los opositores y malquerientes del presidente de la República, mientras al llamado “Güero” de la Merced, le tenía confianza todo México, inclusive los que no lo querían. Todos le daban crédito a cuanto difundía, aunque fueran mentiras. Además, nadie lo exhibía en sus falsedades.
Los tres conocidos periodistas tienen un nicho de mercado del 28 por ciento de la población adulta, y son criticados por el 72 por ciento, pero sus seguidores son casi fanáticos. Los tienen como héroes; los consideran valientes y no les cuestionan, ni les interesan las motivaciones no precisamente éticas de su oposición al mandatario, su partido y a los objetivos de la cuarta transformación.
Se unen en la condición de opositores, pero son diferentes. En el caso de López-Dóriga, su rabiosa postura frente al Poder Ejecutivo Federal la ocasiona la pérdida de los 260 millones de pesos que cobró en la presidencia de Enrique Peña Nieto y le suprimió López Obrador. Y su fama de corrupto le viene desde que el gobierno de José López Portillo, considerado muy corrupto, lo corrió de IMEVISIÓN, cadena televisiva gubernamental. Fue sacado por la policía de las instalaciones de la empresa, por corrupto. Si AMLO le hubiera mantenido sus beneficios antiéticos, no criticaría.
Ciro Gómez Leyva, en cambio, es auténtico en sus posiciones derechistas, además de estar al servicio de los más grandes traficantes de influencia de este siglo: los Vázquez Aldir, perjudicados en sus intereses ilegítimos, por la lucha contra la corrupción y la cancelación de numerosas concesiones del gobierno federal que tenían, como parte del mecanismo de saqueo de fondos públicos del que formaban parte destacada.
Distinto también es Héctor Aguilar Camín, quien fue de izquierda y adquirió muy joven prestigio de periodista altamente capacitado y honesto. Lo corrompió Carlos Salinas de Gortari. Dejó la pobreza y se acostumbró al dinero y los lujos, y ahora no puede sostener sus niveles de gasto, porque López Obrador no corrompe y no le da dinero, por lo cual no oculta su rencor y sus peores deseos para el mandatario. Y dejó de actuar con inteligencia. Se desprestigió.
