*El año se anunciaba próspero, por la entrada en vigor del TLC, en tiempos de Carlos Salinas.
De la redacción
Este año se cumplen 30 de aquel trágico 1994 que, desde el primer mes hasta el último, daño al país en lo político, institucional, económico y social, y cuyos efectos se resienten todavía; sobre todo, por el pago de la deuda privada de los más ricos que convirtieron en pública; es decir, la pagamos todos, según un recuento de “El Espectador”.
Dicho año se anunciaba como próspero para el país, por la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el primero de enero, pero ese mismo día ocurrió el levantamiento de los indígenas de Chiapas, quienes le declararon la “guerra al supremo gobierno”, según su primer comunicado de prensa.
Todavía se discute si el presidente Carlos Salinas de Gortari supo o no con anticipación del levantamiento armado del “Ejército Zapatista de Liberación Nacional” (EZLN) o le fallaron los servicios de inteligencia. Muchos cree que fue lo segundo, porque en la víspera el gobernante aparecía sonriente, seguro, optimista y con la mente en la reelección. Hubo varios rebeldes muertos en San Cristóbal de las Casas, que se convirtió en noticia mundial.
El pacto comercial con Estados Unidos y Canadá, ahora TEC-MEC en su nueva versión, estaba destinado a conducir a México al primer mundo, sostenía Salinas de Gortari, quien aspiraba a convertirse en el mejor presidente de México, y aseveraba que el país estaba en paz, en orden y tranquilo.
El neozapatismo le frustró la fiesta, e irritó sobremanera al gobernante. Pensó aniquilar a los rebeldes, un grupo mal armado, inclusive con rifles de madera, sin mecanismo para disparar, pero se contuvo por el amplio respaldo popular que tuvieron las demandas del EZLN, traducidos en Solidaridad.
La aparición de los indígenas chiapanecos y sus denuncias hicieron visibles las miserables condiciones de vida de los miembros de los pueblos originarios de todo país, víctimas del clasismo, racismo, desprecio, abandono de las instituciones, explotación, despojo de sus tierras, aguas y recursos naturales.
El trágico año continuó, y menos de tres meses después, el 23 de marzo de ese 1994 fue ejecutado en Tijuana, Baja California, el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, relevado por Ernesto Zedillo Ponce de León en la candidatura. Éste carecía de experiencia política y tampoco tenía carrera partidista.
Ganó la presidencia de la República con una amplia ventaja sobre el abanderado de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano; y el derechista y ahora teatral opositor, el panista Diego Fernández de Cevallos.
A finales de septiembre se registró otro acontecimiento por demás grave en ese trágico año: fue asesinado el exgobernador de Guerrero, José Francisco Ruiz Massieu, y al asumir la presidencia Zedillo Ponce de León estalló la crisis económica y financiera, conocida como “error de diciembre”, con una devaluación brutal y altas tasas de interés que hicieron polvo el ahorro de los mexicanos.
Los problemas políticos se extendieron hasta la primera mitad de 1995, con la ruptura de Zedillo y Salinas, el encarcelamiento de Raúl Salinas de Gortari, quien se convirtió en el primer hermano de expresidente en prisión, en más de cien años. Todo inició en enero 1994, hace 30 años.