COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
NECESARIA LA REFORMA ELECTORAL, PERO NO
SÓLO POR LA FAMOSA SOBRERREPRESENTACIÓN
El próximo año no será electoral, pero los partidos recibirán sólo por el hecho de existir más 7 mil millones de pesos. Los contribuyentes cubriremos ese monto durante 2025 y 2026, sin tener posibilidades de saber en qué se gastarán eso casi 15 mil millones de pesos en dos años en los cuales no se efectuarán contiendas partidistas.
Eso no debería seguir, pero para reducir el gasto se requiere de una reforma constitucional en la materia, como la exige el tema de la sobrerrepresentación, las candidaturas comunes y el de los partidos parasitarios, sin trabajo organizativo, sin apoyo de los votantes y dados a aliarse con los grandes para conservar el registro, obtener cargos de elección popular y prerrogativas.
Debe obligárseles a participar sin coaliciones en forma alternativa; es decir, poder, ir junto con partidos granes en un proceso comicial y tener que contender por obligación como partido en el siguiente, para que sean los electores quienes decidan si continúan o pierden la inscripción legal.
Es verdad que las minorías deben tener presencia en las instituciones colegiadas de elección popular, pero las minorías deben acreditar que electoralmente representan esas minorías, no partir de la suposición de que tienen clientela electoral. Deben acreditar con votos su representatividad, sin el favor de los partidos grandes.
Por lo mismo de que las minorías deben estar representadas, no consideramos conveniente suprimir las diputaciones de representación proporcional, ni las senadurías de primera minoría, pero sí reducirlas, para alentar a las organizaciones políticas a buscar triunfos de mayoría.
Los partidos se forman para conquistar o conservar el poder, no para vegetar y costarle a quienes pagan impuestos; es decir, a todos los mexicanos. Si no tienen vocación de poder, ni no aspiran a ganar por mayoría, no tienen utilidad social, ni electoral. En todo caso, que continúen pero sin vivir a costa del presupuesto federal o estatales según el caso.
Después de todo, las formaciones partidistas, si tiene respaldo popular, existen aunque no cuenten con registro. Lo probó el siglo pasado el Partido Comunista Mexicano (PCM) y hace apenas 13 años, Morena. No tenía registro, ni dinero, y hace menos de 6 años ganó la presidencia de la República y la mayoría legislativa, lo que volvió a conseguir y en mayor medida, en junio de este año, además de 24 gubernaturas y la mayor parte de los congresos locales.
En esta realidad electoral debe examinarse y decidirse los cambios que permiten la tan cuestionada sobrerrepresentación, que ahora constitucionalmente permite a un partido o coalición obtener un porcentaje mayor al representado por sus votos dentro de la votación total, pero tampoco debe modificarse el marco jurídico aplicable para premiar la falta de respaldo de los electores o de trabajo proselitista eficaz de los perdedores y, menos, si tienen el rechazo de la población y caen en el desprestigio de los mismos, como ocurrió con el PRD el 2 de junio de este año.
El otro problema que debe resolverse es el de las senadurías de representación proporcional, porque distorsionan los fines de estos cargos, concebidos como representantes de las entidades federativas, y los senadores de lista no son eso. Los escaños de primera minoría justifican su existencia, para darle presencia y hacer realidad la pluralidad con estos cargos para los perdedores; los de lista no tienen razón de ser, más que como un privilegio para dirigentes partidistas y amigos suyos.