*En su momento el ex mandatario de Jalisco fue acusado de vínculos con el “Cartel de Juárez”.
De la redacción
Ahora que el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) ha estado en el ojo del huracán, por la revisión de su desempeño como mandatario y sus acusaciones de autoritarismo al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, periodistas recordaban el tiempo en que el personaje pasó por un caso bochornoso.
Todo se derivó del encarcelamiento en 1998 del exgobernador de Jalisco (1977- 1983), Flavio Romero de Velasco, entonces de 71 años y fallecido en 2016. La entonces Procuraduría General de la República (PGR) acusó al ex gobernante de delitos graves: delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita y portación de arma de fuego.
Recibió la orden directamente de Ernesto Zedillo Ponce de León, quien conducía los destinos del país. La portación de arma se refería a una pequeña pistola de bajo calibre y el delito de operación con recursos de procedencia lícita estaba relacionada con la venta de una mansión de descanso, ubicada en la ribera del Lago de Chapala al empresario Rigoberto Gaxiola, presunto operador financiero de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los cielos”, cabeza del “Cartel de Juárez”,
Lo de delincuencia organizada no pudo acreditarse, y lo del “lavado de dinero” se desvaneció porque el delito lo comete quien compra un bien con fondos “sucios”, no quien lo vende, como era el caso.
De acuerdo con lo que los reporteros que cubrieron este proceso penal en la cárcel de máxima seguridad de La Palma, de Almoloya de Juárez, Zedillo Ponce de León quería que al ex gobernador de Jalisco le dieran sentencia condenatoria de la pena máxima de prisión.
Lo bochornoso y problema para los reporteros para tratar el tema sin generar un grave problema a la imagen del entonces mandatario federal y a su administración consistió en que Romero de Velasco atribuyó su encarcelamiento y graves acusaciones a una venganza personal de Zedillo.
El propio encarcelado lo dijo claramente: la disputa era por la cercanía de un hombre de 26 años, inicialmente amigo del presidente y después vinculado a Romero de Velasco, quien lo hizo muy rico, a costa de la fortuna que había acumulado el ex gobernador jalisciense, incluyendo la proveniente de la corrupción.
El individuo dejó en la miseria al ex gobernante. Éste pagó hasta con deshonra alejar a ese sujeto del presidente, según lo declaró que una diligencia judicial, con lo que de paso metió en aprieto a los periodistas que cubrían el proceso, porque todo parecía indicar que Romero de Velasco decía la verdad, pero darle crédito a sus declaraciones implicaba afectar la imagen e investidura nada menos que del presidente de la República, jefe del Estado Mexicano.
También era cierto que el individuo dejó en la miseria al experimentado político y que la venta de su mansión de descanso fue para satisfacer las exigencias de dinero de quién Romero de Velasco definió en su primera declaración judicial como “un mal hombre, con quien tuve la desgracia de cruzarme en mi camino”.
Además de quedar en la pobreza, Romero de Velasco contrajo deudas con todas sus amistades, según lo declaró a su juzgador, y sufrió el rencor de Zedillo. Así quedó asentado oficialmente en el expediente del juzgado de la causa.
