*Antes los márgenes de utilidades era de centavos, ahora son pesos.
De la redacción
La participación de empresas particulares nacionales y extranjeras en la distribución de gasolinas a los consumidores fue presentada como lo mejor que podía pasarle a los dueños y conductores de vehículos, porque se traduciría en precios más bajos.
El gobierno federal anterior argumentó que el monopolio de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en la producción, importación y el otorgamiento de concesiones a particulares mexicanos era negativo para quienes compraban combustibles.
A eso atribuyó que las gasolinas fueran caras, al existir un monopolio, por lo que era necesario adoptar medidas de fondo para resolver estos problemas, en el marco de la modernización del país, en el escenario del lema “Mover a México”.
Abrir el mercado a las empresas privadas, se insistió, generaría la libre competencia y la consecuencia directa sería la reducción de precios; sobre todo, por la presencia de expendios de gasolinas de capital extranjero.
Varios años después de que las empresas extranjeras y nacionales pueden importar combustibles y venderlos al consumidor final, los precios se incrementaron, se deterioró la calidad y se expandió el robo en la medición de producto.
Esto de acuerdo con la información que cada lunes difunde la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) da sobre los niveles de precios y abusos en los márgenes de ganancias por litro, que obtienen los expendios en perjuicio de la economía de los dueños o conductores de vehículos.
Antes de la etapa neoliberal los márgenes de utilidades iban de entre 20 y 25 centavos por litro, y todavía ahora hay empresas del ramo que se conforman con ganancias de menos de 35 centavos, pero la mayoría se excede en su falta de responsabilidad social y llegan a fijar precios que les permite ganar más de 3 pesos con 50 centavos.
La promesa de precios bajos fue un engaño. Los expendios de gasolinas elevaron precios, se pusieron de acuerdo para no establecer un piso en los precios y la libre competencia no se dio.
Unos son más rapaces que otros, pero muy pocos son honestos y considerados con los clientes: los explotan, además de robarles al medir el combustible, para lo cual utilizan dispositivos de alta tecnología, como lo ha comprobado la PROFECO.
El organismo intensificó su programa de verificación para evitar mayores abusos; es decir, que vendan los combustibles sobre los precios de referencia, pero más que nada, mediante la información sobre los expendios más abusivos y los más considerados con los consumidores, porque no hay control oficial de precios. Fue suprimido, precisamente, con el argumento de que la libre competencia favorecería a los consumidores, con mejor calidad y más bajos precios, pero resultó lo contrario.