COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
¿QUIÉNES GANAN Y QUIÉNES PIERDEN CON LA HUELGA EN UAEMéx?
Más de 98 mil alumnos de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), un alto porcentaje provenientes de familias de ingresos modestos, que se sacrifican para que sus hijos se formen profesionalmente, corren riesgo de perder el semestre, por la suspensión forzada de actividades académicas en la institución, por parte de estudiantes, cuyas demandas las presentaron después de estallar el paro. En este escenario, a estas alturas vale la pena reflexionar sobre qué intereses pierden y cuáles se benefician con el cierre de la Máxima Casa de Estudios mexiquense.
Como en su momento se dio a conocer en este espacio de opinión, las dos demandas principales se cumplieron: un proceso electoral equitativo, imparcial, transparente y sin injerencia del entonces rector Carlos Eduardo Barrera Díaz, a quien culparon de querer imponer a la candidata Eréndira Fierro Moreno, exsecretaria de Administración. Y la renuncia del académico Barrera Díaz, la cual parecía sin sentido porque ya finalizaba su período.
Desde un principio a los observadores más agudos llamó la atención el que fuera de las dos demandas mencionadas, los estudiantes paristas nunca exigieron la elevación de la calidad de la educación, la investigación y difusión de la cultura, ni solución al problema de los maestros faltistas, de los que tienen tiempo completo, pero no lo cumplen o en forma indebida acumulan las horas en dos o tres días, para descansar el resto de la semana.
Por si fuera poco, la candidata presuntamente beneficiaria de la inequidad, la parcialidad e imposición, renunció a sus aspiraciones, y el que presuntamente generaba todos esos problemas que afectaban al proceso para elegir rectora, terminó su período renunciando, por lo que si de verdad importaba la sucesión, al retirarse los obstáculos debían suspender el paro y dejar que se eligiera a cualquiera de las 5 candidatas que quedaron en la lucha.
Ahora importa mucho examinar a quiénes beneficia y a quiénes perjudica el paro en la Universidad Autónoma del Estado de México. La suspensión de actividades beneficia a las universidades privadas, porque muchos padres de familia que tienen condiciones económicas (que son los que lo importan a las privadas instituciones de estudios superiores) inscribirán a sus hijas e hijos en esos planteles. Los perjudicados serán los universitarios de familias modestas, porque su única opción de estudiar en una universidad de prestigio es la UAEMéx. También salen ganando los intereses que por muchos años se beneficiaron ilegítimamente de la Universidad.
Pierden de forma directa los más de 98 mil alumnos, porque aun cuando salvaran el semestre, no habrán adquirido los conocimientos que iban a obtenido con las actividades normales. Peor será si el paro se prolonga e impide que se expida la segunda convocatoria para ingresar a las facultades y escuelas y no puede iniciarse el siguiente año escolar. El movimiento no tiene banderas válidas, ni respaldo social, y carga la sospecha de que la capacidad de reflexión, la autocrítica, la responsabilidad y la visión de futuro no son su fuerte.
La UAEMéx tiene problemas presupuestales para elevar más la calidad de la educación que imparte, la investigación que hace y la difusión de la cultura, expandir su presencia en el territorio estatal para darle más oportunidades de formarse profesionalmente a las y los jóvenes, especialmente a los de familias humildes, y el voto universal, directo y secreto no es un problema de alta prioridad para la comunidad universitaria, que entre alumnos, académicos y administrativo suman cerca de 108 mil.
Con escasa madurez, por otra parte, hay quienes sostienen que el conflicto es alimentado desde el poder público estatal, lo que carece de sentido común, porque también la imagen del gobierno, fuera de la entidad sale perjudicada, pues las actividades normales en una institución como la UAEMéx forma parte de lo que se conoce como condiciones de gobernabilidad general de una entidad federativa y, más de una como la del Estado de México.
Tampoco parece reflexiva la decisión de exigirle al encargado del despacho de la Rectoría firmar compromisos para transformar a la institución, cuando sólo fue designado para 90 días. Lo lógico es que todas las demandas, incluyendo las más desmesuradas, se le presenten a quien gane la elección de rectora, porque tendrá 4 años para cumplir compromisos, y esas demandas, al igual que las denuncias, debieron presentarlas hace 4, 3, 2 o hace un año, no a 20 días de que finalizara el período del ahora ex rector.